El mejor regalo no es el dinero, es saber manejarlo
Cumplir 18 años es un momento cumbre en la vida de todo joven, ya que marcará el inicio de la vida adulta, la puerta a la independencia y, en muchos casos, la primera vez que un joven tendrá control sobre sus propias decisiones financieras, sin embargo, la mayoría llega sin brújula y en un mundo donde es más fácil obtener una tarjeta de crédito que entender una tasa de interés, la educación financiera se vuelve tan esencial como aprender a conducir o a votar.
Como padre, madre o tutor, tienes en tus manos la oportunidad de preparar a tu hijo para un futuro con menos errores costosos y más decisiones inteligentes. ¿Por dónde empezar? Aquí te compartimos tres reglas de oro que todo joven de 18 años debería conocer para construir una relación sana y poderosa con el dinero.
1. Gasta menos de lo que ganas y ahorra siempre
Parece simple, pero es la regla más difícil de aplicar cuando se vive con inmediatez, y es que a los 18, tu hijo probablemente tendrá su primer ingreso, ya sea de un salario por prácticas, dinero de un emprendimiento o una mesada, por lo que es fundamental que entienda que el ingreso no define la riqueza, sino lo que haces con él.
Por lo tanto, es crucial que le enseñes a dividir su dinero en tres partes básicas, gastos, ahorro y disfrute. Una regla práctica puede ser 50-30-20, la cual consiste en separar el 50% para necesidades, 30% para deseos y 20% para ahorro o inversión. Motívalo a crear el hábito del ahorro automático, aunque sean pequeñas cantidades. Lo importante no es el monto, sino la disciplina.
Un joven que ahorra RD$2,500 al mes desde los 18 y lo invierte con un retorno promedio del 7% anual, podría tener más de RD$565,000 a los 30 años. No es magia, es interés compuesto.
2. Evita las deudas malas y aprende a usar el crédito a tu favor
A los 18, los jóvenes pueden tener acceso con facilidad a tarjetas de crédito, un producto financiero que sin educación puede convertirse en una trampa, no obstante, vale aclarar que no toda deuda es mala, pero la deuda sin propósito sí lo es. Así que enséñale a tu hijo a diferenciar entre crédito productivo y crédito impulsivo.
Una deuda buena es aquella que genera valor a largo plazo, como un préstamo estudiantil bien gestionado, una inversión en formación o en un negocio. Por otra parte, una deuda mala es financiar cenas, ropa o gadgets que pierden valor en semanas y se pagan en meses con intereses.
Explícale cómo funciona una tarjeta de crédito, qué es el pago mínimo, el interés acumulado y cómo usarla con inteligencia. Si aprende desde ahora a pagar a tiempo y no gastar más de lo que puede cubrir, construirá un historial crediticio sólido que le abrirá muchas puertas en el futuro.
3. Invierte temprano: el tiempo es su mayor aliado
Si hay una ventaja que tiene un joven de 18 años frente a cualquier inversionista de 30, 40 o 50, es el tiempo. Y en el mundo financiero, el tiempo no es oro, es muchísimo más. Mientras antes comience a invertir, mayor será el efecto del interés compuesto.
Para invertir puede empezar con herramientas simples como fondos de inversión mutua, cuentas de inversión para jóvenes o incluso certificados. Lo importante es cambiar el chip de que ahorrar no es guardar, es multiplicar.
Enseñar finanzas personales no se trata de volver a tu hijo un experto, sino de sembrar principios que lo acompañen el resto de su vida, como gastar de manera consciente, uso responsable del crédito e inversión temprana. Estos tres pilares lo protegerán de errores comunes y lo acercarán a una vida con menos estrés financiero y más libertad.
Porque el mayor acto de amor no es pagarle todo, sino enseñarle a valerse por sí mismo, y cuando un joven aprende a tomar buenas decisiones con su dinero, está más cerca de tomar buenas decisiones en la vida.